2 de fevereiro de 2009

FRANCISCO CANARO

Apodo: Pirincho
Violinista, director y compositor.
(26 de noviembre de 1888 - 14 de diciembre de 1964)

Uruguayo nacido en la ciudad de San José de Mayo, en la mayor pobreza, que no tuvo estudios, su única opción fue el trabajo. Cuando con su certero instinto encontró el camino de la música, logró lo que se propuso: éxito y fortuna. Y fue el aglutinante de sus compañeros, pues desde 1918 luchó por los derechos autorales, no reconocidos en esos tiempos, hasta culminar en la creación de la actual SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música), fundada en 1935 y cuyo edificio fue erigido en terrenos adquiridos por Canaro.

Sus comienzos se confunden con los de la historia del tango. Tanto que un programa radial de mediados de los '50 acuñó una frase comodín para referirse a cualquier hecho muy antiguo: «De cuando Canaro ya tenía orquesta». Su fortuna dio pábulo, además, a un dicho popular: «Tiene más plata que Canaro», con el que se aludía a la opulencia de alguien. Se cuenta que estando Canaro con Gardel en el hipódromo, éste le pidió quinientos pesos (una suma entonces enorme) para apostar, pero advirtiéndole que se olvidara de la deuda: «Yo soy pobre, y vos tenés toda la guita del país.» Es que al lado de Canaro, hasta Gardel era pobre.

Canaro fue Pirincho desde el alumbramiento mismo. La partera, al tomarlo en sus manos, exclamó al verle tanto pelo y un mechón enhiesto: "¡Parece un pirincho!", aludiendo a un pájaro encrestado, común en el Río de la Plata. La familia llegó pronto a Buenos Aires, donde vivieron en casas de inquilinato (llamadas "conventillos"), en condiciones de extrema pobreza. Antes de cumplir los diez Manzi y Canaro años ya voceaba diarios por la calle. Luego fue pintor de brocha gorda, y se empleó incluso en las obras del Congreso de la Nación.
La música lo atraía. Su primer logro con ella fueron unos tonos que pudo arrancarle a una guitarra gracias a las enseñanzas de un vecino zapatero. Pero lo cautivaba el violín. A falta de dinero para adquirir uno, improvisó su Stradivarius con una lata de aceite y un mango de madera. «El primer tango que saqué de memoria fue "El llorón", de autor anónimo -recordaría muchos años después-. El estuche me lo fabricó mi vieja; en realidad una funda de género, y ya salí a ganar algo de plata en bailes de la vecindad.» Corriendo el 1908 ya estaba decidido que el camino de Canaro estaría en el tango.

Actúa por entonces en los cafés concert que abundaban en el barrio de la Boca y su nombre comienza a ser reconocido. Luego se une a su amigo Vicente Greco y en diversas giras van encontrando la prosperidad que anhelaban. En 1912 comenzó Canaro su trascendental labor de compositor con los tangos "Pinta brava" y "Matasanos". A lo largo de su vida acumuló tal número de obras que hasta hoy se discute cuántas realmente nacieron de su inspiración, y de cuántas se apropió a cambio de favores o dinero. Pero como sostuvo el estudioso del tema Bruno Cespi, «con que Canaro haya compuesto sólo el cinco por ciento de todos los temas que firmó bastaría para considerarlo un grande.»
"Matasanos" lo escribió a pedido de los estudiantes de medicina a punto de recibirse, que en el día de la primavera organizaban los llamados "Bailes del internado". Fue en un baile del internado de los estudiantes de medicina, cuando contratado para presentarse con su conjunto, formado al efecto, por primera vez empuñó la batuta. Su orquesta fue la primera en ingresar en residencias aristocráticas, donde el tango era resistido. Musicalmente sus conjuntos no cultivaron un estilo definido.
Canaro prefirió adaptarse a cada momento, encontrando siempre la manera de conservar su espacio sin entrar en competencia con otros astros del género. Sobre el abultado número de sus grabaciones no hay estimaciones coincidentes: las cifras varían entre 3500 y 7000.

En 1921, para animar los carnavales en el ya desaparecido teatro Opera, de Buenos Aires, formó una orquesta de 32 músicos, masa orquestal desconocida por el tango hasta ese momento. En 1924 concibió la ocurrencia de incorporar un cantor a la orquesta, aunque sólo para entonar el estribillo, breve tema central de cada tango.
Dio así inicio a la era de los "estribillistas" o "chansonniers", el primero de los cuales fue Roberto Díaz.
En 1925 marchó a París, donde el tango hacía furor. Ya estaban allí, entre otros, Manuel Pizarro y sus hermanos, cada uno con una diferente orquesta "Pizarro", y Canaro hizo lo propio con sus hermanos. Había llevado consigo a sus estribillistas Agustín Irusta y Roberto Fugazot, dúo al que unió con el pianista Lucio Demare. El resultante trío triunfaría en España y otros países de Europa por más de diez años. Algunas de sus composiciones exitosas fueron "El chamuyo", "El pollito", "Charamusca", "Mano brava", "Nobleza de arrabal", "La tablada", "Destellos", "El opio", "Sentimiento gaucho", "La última copa", "Déjame", "Envidia", "Se dice de mí", "La brisa", "Madreselva" (anteriormente "La polla") y "El tigre Millán".

Un extraño mal, la enfermedad de Paget, lo condujo a la muerte. Su fortuna fue repartida en partes iguales entre su esposa legal, "la francesa", por un lado, y las hijas nacidas de sus amores con una muchacha del coro de una de sus revistas, por el otro.


LOS CANTORES DE CANARO Canaro fue el propulsor del Chanssonier o estribillista en la Orquesta Típica. Roberto Díaz Charlo (fueron los primeros vocalistas de Orquesta Típica). En el año 1927 Canaro presenta a Agustín Irusta y Roberto Fugazot (que le fueron presentados Lucio Demare en París). También se destacan: Ernesto Famá Francisco Amor Roberto Maida Roberto Arrieta Alberto Arenas Carlos Dante Carlos Roldan Eduardo Adrián Guillermo Coral Enrique Lucero Ada Falcón Nelly Omar

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