12 de março de 2009

ASTOR PIAZZOLLA

Su nombre completo era Astor Pantaleón Piazzolla, fue bandoneonísta, pianista, director, compositor y arreglador, .
Nació el 11 de marzo de 1921 en la ciudad de La Plata.
En 1924 pasó a vivir con sus padres en Nueva York, donde en 1929 sobrevino su encuentro con el bandoneón. Intervino como actor infantil en "El día que me quieras", film cuya estrella era Carlos Gardel. En 1932 compuso su primer tango, "La catinga" que nunca fue difundido. Ya de regreso en Mar del Plata, en 1936 comienza a formar parte de conjuntos locales y a conducir incluso uno que adoptaba el estilo del Sexteto Vardaro, que a partir de 1933 había intentado una audaz superación estilística, desdeñada por las grabadoras. Su líder, el violinista Elvino Vardaro, tocaría muchos años después para Piazzolla. Pero su verdadera inserción en el medio tanguero comenzó en 1938, cuando llega a Buenos Aires, donde, luego de pasar brevemente por varias orquestas, fue incorporado a la del bandoneonísta Aníbal Troilo, que se había constituido en 1937 y jugó un papel trascendental en el apogeo del tango en los dos decenios siguientes.

Además de bandoneón de fila, Astor fue allí arreglador y ocasional pianista, en apurado reemplazo de Orlando Goñi, tan brillante como incumplidor. Troilo prohijó a Piazzolla, pero también recortó su vuelo para ceñirlo los límites de su estilo, que no debía trasponer la capacidad del oído popular. El ímpetu renovador de Piazzolla comenzó a desplegarse en 1944, cuando abandonó a Troilo para dirigir la orquesta que debía acompañar al cantor Francisco Fiorentino. Aquella fue la extraordinaria conjunción de un vocalista enormemente popular y un músico de talento único. Quedaron de ese binomio 24 temas grabados, con versiones descollantes (los tangos "Nos encontramos al pasar", "Viejo ciego" y "Volvió una noche", entre otros). La serie incluye los dos primeros instrumentales registrados por Piazzolla: los tangos "La chiflada" y "Color de rosa".
En 1946 lanzó su propia orquesta, todavía ajustada a los cánones tradicionales del género. Hasta 1948 grabó un total de 30 temas, entre ellos versiones antológicas de tangos como "Taconeando", "Inspiración", "Tierra querida", "La rayuela" o "El recodo". Pero el genial compositor surge muy pronto en toda su hondura y originalidad con tangos de inigualada inspiración: "Para lucirse", "Prepárense", "Contratiempo", "Triunfal" y "Lo que vendrá". Esas piezas son incorporadas al repertorio de importantes orquestas, como las de Troilo, Francini-Pontier, Osvaldo Fresedo y José Basso, muchas veces con arreglos escritos por el propio Piazzolla.

En los primeros años '50 Piazzolla dudó entre el bandoneón y el piano, y pensó volcarse a la música clásica. Con esas ideas se trasladó en 1954 a Francia, becado por el Conservatorio de París, pero la musicóloga Nadia Boulanger lo persuadió de desarrollar su arte a partir de lo que le era más propio: el tango y el bandoneón. De regreso en la Argentina, Piazzolla se desplegaría en dos direcciones. Por un lado, la orquesta de bandoneón y cuerdas, con la que dio a conocer una nueva generación de tangos suyos, de actitud ya rupturista, como "Tres minutos con la realidad", "Tango del ángel" y "Melancólico Buenos Aires". La otra gran empresa de Piazzolla en esa época fue la creación del Octeto Buenos Aires, en el que reunió a ejecutantes de gran nivel y con el cual subvirtió todo lo conocido en tango hasta entonces. Aquel conjunto, que grabó sólo dos long-plays medianos, se dedicó sobre todo a reinterpretar grandes tangos tradicionales, como "El Marne", "Los mareados", "Mi refugio" o "Arrabal".
Entre las diversas realizaciones encaradas por Piazzolla entre 1958 y 1963, sobresalen dos acontecimientos de 1965. Uno es el concierto que con el Quinteto ofrece en el Philarmonic Hall of New York, dando a conocer la Serie del Diablo y la completada Serie del Ángel, además de "La mufa". A su vez, graba en Buenos Aires otra serie de excepcionales composiciones suyas sobre poemas y textos de Jorge Luis Borges (con su mitología de cuchilleros de arrabal), con el cantor Edmundo Rivero y el actor Luis Medina Castro. Ese mismo año dio a conocer "Verano porteño", primero de los valiosísimos tangos que conformarán las Cuatro Estaciones. Comienza luego su producción con el poeta Horacio Ferrer, con quien creó la opereta "María de Buenos Aires" y una sucesión de tangos. En 1969 lanzaron "Balada para un loco" y "Chiquilín de Bachín", que de pronto le proporcionaron a Piazzolla éxitos masivos, a los que no estaba habituado. Ese año los grabó por partida doble, con la cantante Amelita Baltar y con el cantor Roberto Goyeneche. En 1972, tras abandonar nuevamente la Argentina, Astor inició su fructífera etapa italiana, donde entre otras obras dio a conocer "Balada para mi muerte", con la cantante Milva, "Libertango" y la conmovedora "Suite troileana", que escribió en 1975 bajo el impacto que le causó la noticia de la muerte de Troilo.
En 1979, de nuevo con su quinteto, presentó "Escualo", entre otros temas. A lo largo de aquellos años y los siguientes, Astor unió su talento al de artistas de diversos orígenes, como George Moustaki (para quien compuso los bellísimos temas "Hacer esta canción" y "La memoria"), Gerry Mulligan y Gary Burton.
Entre otras variadas performances, el disco recogió una apoteótica actuación del quinteto en 1987 en el Central Park de Nueva York. La última formación de Piazzolla fue un sexteto, que sumaba un segundo bandoneón al quinteto y reemplazaba el violín por el violoncello.
Además de obras de concierto y música para cerca de 40 películas, Astor concibió numerosísimas piezas breves. Entre ellas figuran "Juan Sebastián Arolas", "Contrabajeando" (escrito con Troilo), "Tanguísimo", "La calle 92", "Oblivion", "Años de soledad", "Los pájaros perdidos", "Lunfardo", "Bailongo", "Vuelvo al Sur" y la serie "La camorra".
Astor Piazzolla falleció el 4 de julio de 1992 víctima de un derrame cerebral en la ciudad de Buenos Aires, dejando un legado aún imposible de igualar.

11 de março de 2009

Las Mujeres del Tango

Las heroínas están presentes en muchos títulos y letras de tangos. Algunas fueron personajes reales y otras producto de la imaginación que luego se convirtieron en mitos populares.

Con respecto al tango "Felicia", la historia nos cuenta que allá por 1908, su compositor Enrique Saborido, en una reunión casual con el autor teatral Carlos Mauricio Pacheco conoce a la señora de éste, doña Felicia Ilarregui. Vaya a saber por qué impulso, el compositor bautizó con el nombre de ella un nuevo tango que había compuesto. Mientras La Morocha iba instalándose como el primer tango antonomástico y Saborido seguía desmintiendo su muerte, apareció Felicia. El tango Felicia nace a partir de unas notas irresponsables, emitidas casi con desgano, pero que una mujer escucha y agradece, y a partir de allí la ofrenda. En este caso la destinataria fue Felicia Ilarregui; su esposo, el autor teatral Carlos Mauricio Pacheco, fue el primero en ponerle versos.


Luego tenemos a "Malena". A fines de 1941, el poeta Homero Manzi de regreso a Buenos Aires de un viaje a México, hace escala en la ciudad de San Pablo, Brasil.
Allí tiene la oportunidad de concurrir a un cabaret donde escucha cantar a Malena de Toledo, nombre artístico de Elena Tortolero, de quien, a ciencia cierta se desconoce su nacionalidad y demás datos de filiación. Se dice que pasó su niñez en el Brasil, en Porto Alegre, donde su padre era cónsul honorario del gobierno español. Lucio Demare, el compositor de "Malena" confirmó que Elena Tortolero era la mujer que inspiró al autor de la letra, Homero Manzi, letra fue hecha e inmediatamente entregada a Demare, quien la olvidó en un saco. La reencontró un tiempo después y no pudo creer la belleza y la musicalidad de aquellos versos y, sobre una mesa de la confitería "El Guindado", en sólo quince minutos, compuso la melodía que estrenó él mismo con su orquesta en la boite "Novelty". Elena Tortolero muere en Montevideo años más tarde. Otras versiones hablan de que la “Malena” de Manzi podría haber sido Mercedes Simone, que al igual que nuestra Olga Del Grossi, fuera denominada ”La Dama del Tango”


En el caso del tango "Gricel", la historia nos cuenta que Susana Gricel Viganó, había nacido en el porteño barrio de San Cristóbal el 15 de abril de 1920. Posteriormente pasa a vivir en el pueblo Capilla del Monte en las sierras de Córdoba por problemas de salud de su madre. Un día, sus grandes amigas Nelly y Gory Omar, la invitan a pasar unos días en Buenos Aires. Así fueron a presenciar la actuación de las hermanas Omar en Radio Stentor, las que le hicieron conocer a un joven y engominado locutor que se presentó formalmente: José María Contursi, sin sospechar que así comenzaba a elaborarse uno de los tangos más sentidos y románticos de todos los tiempos. A su regreso, Grisel se mostraba distante y suspiraba constantemente. En 1938 acosado por una fiebre intestinal y sin antibióticos, Contursi recibió el clásico consejo médico de aquellos años: los aires de las sierras de Córdoba. Recordando el pueblo donde vivía Grisel, partió Contursi dejando en Buenos Aires a su esposa Alina Zárate y a una hija del matrimonio, llevando consigo no solo su enfermedad sino también su afición por las faldas femeninas. Volvieron a encontrarse, José María y Grisel, y a su regreso a Buenos Aires, Contursi creía haber realizado una conquista más para su haber. Pero fue todo lo contrario.
Al poco tiempo Contursi necesitó regresar a Capilla del Monte inventando otra fiebre intestinal que obligó a su esposa a derramar llanto por mera intuición femenina. Fue la oportunidad en que Contursi se entregó de lleno al desenfreno amoroso que lo impulsó a escribir tantas letras de tango. Finalmente un día tuvo que optar, y como hombre cabal volvió al lado de su esposa con intestinos sanos pero con el corazón destrozado al igual que Gricel, quien vio partir el tren destruida en sus afectos pero jurando no llorar nunca más. Hasta que un día, llegó una carta a Capilla del Monte con la letra de "Gricel". Y a partir de allí todo fue diferente. Ya por 1962, Contursi enviudece y tras un largo trajinar entre el alcohol y la melancolía, vuelve a reencontrarse en Buenos Aires con Grisel. El día 16 de agosto de 1967, se unieron en matrimonio Don José María Contursi, de 56 años de edad, viudo de Doña Elina Zárate, y Doña Susana Gricel Viganó, de 47 años de edad.


“La Morocha” es la mujer protagonista del tango de igual nombre perteneciente a Enrique Saborido y Angel Villoldo, y está considerada la primera partitura de tango de exportación, la primera que cruzó el Atlántico, pocos meses después de su edición original, alrededor de 1906. Su autor Enrique Saborido, uruguayo nacido en Montevideo allá por 1877, y nacionalizado posteriormente argentino, se inspiró en una artista uruguaya para escribir esa letra. “En esa época concurría al bar Ronchetti (Reconquista y Lavalle), también frecuentado por una cantante y bailarina de gran belleza, Lola Candales, de nacionalidad uruguaya. Cierta noche departía un chispeante grupo compuesto por los jóvenes Victoria, un señor Argerich, y el diputado Félix Rivas; en la misma mesa Saborido platicaba entusiasmado con Lola, lo cual no pasó desapercibido para aquéllos. Decidieron acicatear su amor propio simulando ignorar sus aptitudes como compositor. Las insinuaciones entre los mismos iban y venían, hasta que uno, dirigiéndose a Enrique, manifestó que dudaba fuese capaz de escribir un tango que Lola pudiese cantar exitosamente. Así llegaron las cinco de la madrugada y todos fueron retirándose. Saborido ya a punto de acostarse experimentó cierta inquieta sensación al recordar lo sucedido. Se ubicó al piano y a las 6.30 horas concluía la partitura de "La morocha", pero... ¿y la letra? Siendo las 7 recurrió a su amigo Ángel Villloldo quien a las 10 de la mañana cumplió su cometido. Se presentaron ambos ante Lola Candales que tras oír la música comenzó a ensayar el canto.
Esa misma noche lo estrenó en el bar Ronchetti. Destaquemos que quienes aplaudieron más calurosamente fueron los amigos retadores a los que se sumó la concurrencia. Tanto agradó a todos que hubo de repetirse hasta ocho veces.»


El caso de la "Rubia Mireya" es pura invención, inspiración romántica del poeta, aunque, como en otros casos se intentó darle un cuerpo, un nombre y una trayectoria de vida. Los argentinos de la época, influenciados por la cultura europea y en especial la francesa, soñaban con las noches parisinas, con la posibilidad de frecuentarse con Mimí, Ninón, Manón, Griseta o Mireya. Los orígenes del nombre podemos ubicarlo en la región de Provenza, en el sur de Francia. El poeta Frédéric Mistral (1830-1914) escribió en 1859 un largo poema en el que retrata la vida cotidiana en la región, y coloca de personaje principal a una mujer, cuyo nombre da título a la obra: "Mirèio", en lengua provenzal. Este nombre traducido al francés se convierte en "Mireille", que al arribar a puerto argentino, se transforma en Mireya. Lo curioso del asunto es que este poeta provenzal recibió el premio Nobel de literatura, en su tercera edición del año 1904, y poco tiempo más tarde, el poema se transformó en argumento de una ópera de corte humorísitico y costumbrista que tuvo gran éxito en Francia y no tardó mucho tiempo en ser conocida en el Río de la Plata, lo que seguramente provocó que se comenzara a utilizar el nombre "Mireya" como apelativo femenino. Años más tarde, Manuel Romero escribe la letra del famoso tango de Francisco Canaro "Tiempos Viejos". En ella inmortaliza a la "Rubia Mireya", que tuvo un destino trágico y desgraciado.
Era tan linda de joven que "se formaba rueda para verla bailar" y que al correr de los años, se transforma en "una pobre mendiga harapienta". Podemos completar esta crónica con una curiosidad. Un periodista intentó generar una polémica diciendo conocer a la "verdadera Mireya". Esta era uruguaya a la que llamaban "La Oriental" y cuyo verdadero nombre era Margarita Verdier, una bailarina muy admirada por sus habilidades en la danza. Pero nunca se pudo establecer la relación entre el autor del tango y la bailarina uruguaya.

JUAN DE DIOS FILIBERTO

Su nombre completo era Oscar Juan de Dios Filiberto. Nació el 8 de marzo de 1885. En la historia de la música abundan personajes que careciendo de educación, casi iletrados, y sin nada que lo presagie, construyen una obra profunda e insoslayable, que se convierte en un clásico de la música.
En el tango hay varios ejemplos, pero el caso de Filiberto se destaca por diversas razones. Sus modos eran toscos, su comportamiento elemental y fue un rebelde sin causa, que hasta los 24 años de edad careció de conocimientos musicales.
El mismo se define diciendo: «El único gran factor para la música es tener sentimentalismo innato». Fue un creador de música criolla y dentro de ese género incluyó al tango. Muchos de sus temas, pese a tener en el pentagrama la notación tanguera, resultaban al escucharlos una estilizada fusión con aires folklóricos. El decía al respecto: «Mi música es muchas cosas juntas, pero sobre todo sentimiento. Claro que en arte no basta sentir, hay que saber expresar.
El arte cerebral elaborado en frío, en base de técnicas rígidas y fórmulas hechas, no es de mi cuerda. Para mí la técnica es un medio y no un fin en sí misma. Las técnicas se aprenden pero el fuego sagrado nos tiene que salir de adentro. Cada obra hay que juzgarla dentro del plano en la que la realizó el autor y no sacarla de allí para llevarla a planos que no le corresponden. Los que no proceden así, hacen una crítica de mala fe. Pero a mí no me interesan las críticas de los amargados y los descreídos». Respuesta contundente para quienes lo criticaron, que sin duda habrán sido muchos. Uno debe ubicarse en su época y entender la sorpresa y, en algunos casos el rechazo, que habrá provocado entre los tangueros tradicionalistas un creador con estas características. Algo similar le ocurrió a Julio De Caro, pero hoy nadie lo discute y fue aceptado. También podríamos poner el ejemplo de Ástor Piazzolla, con quien los tradicionalistas se ensañaron y no dudan en calificarlo como un detractor del tango, cosa lo más alejada de la realidad.
Pero volviendo a Filiberto, fue un creador de tangos exitosos internacionalmente, su música se la llamó "canción porteña" y esta devino del barrio en el que nació y se crió y vivió toda su vida. El barrio de La Boca, aún hoy es un barrio típico y particular, de los que suelen estar recorridos por grupos de turistas. Pero a fines del siglo pasado, arrinconado contra el río, era un arrabal poblado de italianos, en especial genoveses y criollos, gauchos y gente de campo. El arrabal era una línea que separaba la ciudad del campo y ambos se confundían en sus gustos y costumbres. La misma música se destacaba a uno y otro lado y los ritmos tradicionales, llámense tonadas, estilos, huellas, triunfos, vidalas confluyeron en el espíritu creativo de Filiberto fusionándose con el tango, que éste escuchó y mamó desde su propia creación. Su música fue un género nuevo, netamente porteño, que sumó al suburbio con el campo.
Fue al colegio hasta los nueve años, su mala conducta le impidió continuar y tuvo que comenzar a trabajar. Fue aprendiz de varios oficios y cadete de comercio. Por sus trece o catorce años era temido y respetado entre los muchachos de su edad, era el "pesado" (guapo, peleador), luego trabajó como estibador en el puerto y se hace anarquista. Con un grupo de camaradas crean un conjunto musical llamado "Orfeón Los del Futuro". Por entonces un amigo le regala una entrada para presenciar la representación de la ópera La Gioconda, de Ponchinelli, en el Teatro Coliseo. Al día siguiente opinó que el tenor y la música marchaban por caminos diferentes, no existía armonía entre ellos. A raíz de este comentario un amigo le espetó que el no entendía nada de música. Y era cierto. Esas palabras lastimaron su amor propio, porque si bien no sabía de música, la llevaba en el alma, por naturaleza y por oído musical. «En ese momento decidí mi futuro», dijo. Consigue trabajo como ayudante de maquinista en el teatro Colón y allí escucha y conoce a Beethoven a través de la novena sinfonía. «Fue mi Dios musical». A partir de este momento, y con veinticuatro años, se inscribe en el conservatorio para estudiar violín, teoría y solfeo. Después estudió armonía y consiguió una beca para ingresar en el conservatorio dirigido por el maestro Alberto Williams, donde recibe clases de contrapunto, piano y guitarra. Por razones de salud y aconsejado por José Ingenieros, su médico y amigo, viaja a la ciudad de Guaymallén en la provincia de Mendoza, ubicada a mil kilómetros de Buenos Aires al oeste de la República Argentina, al pie de la cordillera de los Andes y famosa por sus vinos.
El nombre de aquella ciudad le da título su primer tango, "Guaymallén", realizada en homenaje a un grupo de amigos. Recién tuvo orquesta propia en 1932 y la llamó "Orquesta Porteña", agregando a los habituales instrumentos tangueros, el clarinete, la flauta y el armonio. Esta orquesta es parte del elenco de nuestra primera película comercial sonora, "Tango" (1933), donde aparece Filiberto dirigiéndola con sus poses y movimientos tan particulares. Grabó para el sello Odeón veinticinco temas, entre 1932 y 1936. Y entre 1941 y 1959, veinte temas más para el sello Víctor, casi todos ellos instrumentales. Fueron sus vocalistas Patrocinio Díaz y más tarde se suma Jorge Alonso. En octubre del año 1938, la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires crea la Orquesta Popular Municipal de Arte Folklórico, y le ofrecen a Filiberto su dirección. Esta formación tenía más de veinte músicos y dura hasta 1948. En ese año un decreto presidencial la sustituye por la Orquesta de Música Popular, con cuarenta músicos, continuando Filiberto con la responsabilidad de dirigirla. A partir de 1956, nuevamente le cambian el nombre por el de Orquesta de Música Argentina y de Cámara.
Fue un compositor genial, sus temas se popularizaron en todo el mundo y son paradigma de la música rioplatense. Valgan como ejemplo "Caminito" (1926), "Quejas de bandoneón", "El pañuelito" (1920) y "Malevaje" (1928). Carlos Gardel grabó dieciséis temas suyos: "Amigazo", "Amor", "Caminito", "Clavel del aire", "Compañero", "Cuando llora la milonga", "El besito", "El pañuelito", "El ramito", "La cartita", "Langosta", "La tacuarita" (zamba), "La vuelta de Rocha", "Malevaje", "Mentías" y "Yo te bendigo". Juan de Dios Filiberto fallece el 11 de noviembre de 1964. Diez años después de su muerte y en su honor nace la "Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto" que fue dirigida, entre otros, por los maestros José Rosa, Osvaldo Requena, Osvaldo Piro y actualmente por Atilio Stampone.

Mariano Mores

Nació en el barrio de San Telmo el 18 de febrero de 1918 y es sin duda un artista exitoso. Su verdadero nombre es Mariano Martínez.
Músico, compositor y director, su arte transitó cómodamente por todos los medios de difusión existentes: discos, radio, teatro, televisión y hasta el séptimo arte, el cine. Su popularidad se extendió por todo el país y en el exterior, tuvo siempre su público. Un público que buscaba un espectáculo con características de "music-hall". Una orquesta numerosa y estridente, con cantores que se brindaban a todo pulmón, bailarines, juegos de luces, algún coro y su director, hiperquinético, ora con sus dos manos sobre el teclado, ora con una sola y dirigiendo con la otra, ora alejándose del instrumento y utilizando ambas manos para conducir la orquesta. Todo al servicio del espectáculo.
Pero paradójicamente, esta receta popular y exitosa de Mariano Mores, utilizada a lo largo de su extensa trayectoria, fue al mismo tiempo, el motivo por el cual muchos gustadores del tango no lo aceptaran y lo criticaran por su estilo y "vedetismo". En efecto, el tanguero admirador de Troilo, Pugliese, Fresedo o del mismo D'Arienzo, nunca aceptó ese estilo, ni siquiera se prestó a su discusión. Era otra cosa. A Mores no se lo puede escuchar con unción, con Mores no se puede bailar, poco importaba quienes eran los cantores, era, en realidad, una orquesta para el teatro y para la televisión. Una orquesta para el espectáculo. Lo que nadie puede negar de este músico es su talento como compositor. Como alguien dijo: «Lleva la melodía en la cabeza».
Tuvo inspiración y también inteligencia para musicalizar letras de los más grandes e indiscutibles poetas que dio el tango. Aunque poco reconocido, es un gran pianista, pero nuevamente su estilo lo traiciona y perjudica, sus poses y sus muecas al ejecutar el instrumento, le quitan seriedad. No obstante, hace gala de un molde artístico donde se conjugan en exuberantes dosis, el desenfado, la simpatía, la viveza comercial y el talento, con que el destino favorece a unos pocos. Hoy se lo reconoce como un ídolo popular que representa una parte esencial de la historia del tango. Cuenta el propio Mores: «Era el año 1936, yo tenía catorce años,» (en realidad 18, probablemente una confusión del maestro) «y un día viajaba en tranvía por la calle Corrientes. Frente al café "Germinal" estaba el bar "Vicente", en cuya puerta había un cartel solicitando un pianista que tocara música internacional, leyera a primera vista y también transportara. Fui, me tomaron una prueba y quedé, a tres pesos con cincuenta por día. En seguida entré a estudiar en la academia que dirigía Luis Rubistein y nos hicimos amigos. Allí iban a vocalizar las principales figuras de la canción y muchos otros recién iniciados. Conocí a Rodolfo Sciammarella, que me pidió que le pasara al pentagrama las notas que se le ocurrían. Tenía buen oído, era un buen letrista, pero no sabía escribir música. De esta relación nació "Salud, dinero y amor", que originalmente era una zamba y yo la convertí en vals. Fue un gran éxito.» Nos sigue comentando Mores que le pidió una letra a Luis Rubistein, para ponerle música: «...así nació "Gitana", una canción de corte español, que yo nunca toqué, pero que cantó Tito Schipa y en nuestro medio, el dúo Gómez-Vila». «Estaba de moda la música paraguaya, a partir de "India", una guarania que había introducido Samuel Aguayo, y por eso escribí "Flor de hastío", canción que le perdí el rastro y que, años después, estando en Asunción (capital del Paraguay), supe que fue un éxito, pero la consideraban de autor anónimo.»

Al poco tiempo, el director de la academia lo nombra profesor y en ese estado conoce a Margot y Mirna Moragues, de quien se enamoró. Entonces el novel profesor se integra al dúo que ellas formaban, "Las Hermanas Mores", transformándolo en el "Trío Mores". Actuaron en radio y diferentes escenarios, hasta que el pianista se integra a la orquesta del gran Francisco Canaro. De esta época nos dice: «Poco antes, había hecho unos arreglos musicales para unos japoneses, música popular de ellos en tiempo de tango. Me pagaron cinco mil dólares, una fortuna. Me compré siete trajes de los mejores, siete camisas y siete de todo.
Así, hecho un "dandy", bajaba del tranvía en Callao y Corrientes y por esta, iba caminando hasta Florida, por la vereda de los números impares y volvía por la de los pares, haciendo pinta. La gente empezaba a preguntarse: "¿quién es ese cajetilla?". Un día me vio Ivo Pelay y me dijo: "Vos sí que sos un buen vendedor de imagen. No cambies nunca". Canaro fue un padre para él, a quien llegó de la mano de Rodolfo Sciammarella, que lo presentó a Ivo Pelay, socio del director. En su formación debutó en el año 1939 en el Teatro Nacional de la calle Corrientes y se desvincula en el año 1948.
Con Luis Rubistein hizo, en 1938, el tango "No quiero" y al año siguiente su primer gran éxito: "Cuartito azul", y al respecto nos dice: «... en realidad era un arreglo para "La cumparsita", una introducción, pero cuando la escuchó Mario Battistella me dijo que allí había un tango. Le puse ese título por una piecita que alquilaba en la calle Serrano 2410 (barrio de Palermo), para vivir cerca de mi novia. Un día se me ocurrió pintarlo disolviendo pastillas de un blanqueador para ropa que venía en cubitos de color azul. La letra fue escrita por Battistella sobre la música. Casi siempre compuse así. Primero la música, aunque hubo excepciones.» La primera colaboración para el cine fue hacer la música de "Senderos de fe", con Amanda Ledesma, Juan Carlos Thorry y Pedro Maratea. Se estrenó el 26 de octubre de 1938, «... no resultó, y los temas compuestos los pasé al olvido».
Actuó como galán y fue autor de la música del film "Corrientes calle de ensueño", en el año 1939. También en "La doctora quiere tangos", con la actriz Mirta Legrand, en el mismo año. Y finalmente en "La voz de mi ciudad", con Diana Maggi, en 1953.

«Mi tango más popular es "Adiós Pampa mía", un homenaje al folklore de la llanura, un tango con ritmo de pericón y estilo. Mi mayor desilusión fue "Por qué la quise tanto", quise que la estrenara Hugo del Carril y no pudo ser. Después fue éxito con Miguel Montero.» Es, a nuestro entender, lo mejor de su música los tangos que compuso con Enrique Santos Discépolo: "Cafetín de Buenos Aires" y "Uno". «Cuando Enrique me conoció me dijo: "Pibe, no escribo más música, para eso estas vos". Para entregarme la letra de "Uno", estuvo tres años, yo ya me había olvidado del tema.» «Manzi fue un gran poeta, era muy amigo de Troilo y trabaja con él. Ya enfermo lo fui a visitar un día y estaba en la cama. Me dijo: «¡Qué poco hice con vos! Me voy a morir y me voy a quedar con las ganas. No tengo consuelo». Entonces le empecé a tararear una música que tenía, una especie de tango-malambo, y de inmediato empezó a decir: "La voz... triste y sentida, de tu canción... una lágrima tuya...", así nació un nuevo éxito "Una lágrima tuya".» Tiene más de 300 grabaciones. Su primer cantor fue su hermano Enrique, con el seudónimo de Lucero, y por su orquesta desfilaron muchos vocalistas: el uruguayo Mario Ponce de León, Aldo Campoamor, Carlos Acuña, Miguel Montero, Hugo Marcel y su hijo Nito Mores, que falleciera en 1984.

Eladia Blázquez

Pianista, guitarrista, compositora, autora, cantante, nació el 24 de febrero de 1931.
Nadie logró, como Eladia Blázquez, crear tangos con letra de tanto éxito - y en algunos casos aislados de tanta calidad - desde fines de la década del 1960, cuando la popularidad del género había caído en la Argentina a sus mínimos históricos. Sólo pueden comparársele algunos títulos del binomio Astor Piazzolla - Horacio Ferrer.

Ella creó un tango canción verdaderamente nuevo, aunque sobre moldes no vanguardistas, con su rara habilidad para combinar notas y palabras. Con una temática nueva y un lenguaje actualizado impactó en un público amplio, no necesariamente tanguero. Los tradicionalistas la recibieron fríamente, aunque sin la agresividad que reservaron para otras propuestas más heterodoxas. En 1957 publicó su primera canción melódica, "Humo y alcohol", que no sería interpretada por ella, sino por otra cantante. Sus boleros "Novelera" y "Tu mentira" fueron popularizados por Roberto Yanés.

Era frecuente que se la apodara "la Discépolo con faldas", pero esa comparación con Enrique Santos Discépolo (el autor de "Yira yira" y "Cambalache") es realmente excesiva.
Aunque Blázquez solía ser crítica, incisiva y escéptica, sus versos no tienen - salvo en algunos destellos - la profundidad, la riqueza de imágenes ni la poesía de los del autor de "Canción desesperada". Dentro de la irregular calidad de sus piezas, ella cae por momentos en una exaltación desmedida y retórica de Buenos Aires, que soslaya la deteriorada calidad de vida en esa gran urbe de crecimiento desordenado, poluída y en algunos sectores caótica. Otro rasgo desdeñable de su creación es el nacionalismo hueco que por momentos profesa. Un ejemplo de ello puede hallarse en el tango "Convencernos", que escribió junto a Chico Novarro, lanzado en 1976, cuando la Argentina comenzaba a sufrir la dictadura militar más sangrienta de su historia. La letra propone:
"Y ser al menos una vez nosotros,
sin ese tinte de un color de otros,
recuperar la identidad,
plantarnos en los pies,
crecer hasta lograr la madurez,
y ser al menos una vez nosotros,
bien nosotros, tan nosotros
¡como debe ser!"

Quizá sin proponérselo, Eladia nos ofrece con esta composición, vista a la distancia, una buena muestra de la desfiguración de las ideas imperantes por entonces. Pero de ninguna manera podemos negar su sinceridad al expresar sus ideas e ideales, sinceridad que en ocasiones resulta hasta ácida y revestida de cierta dureza temática que hace clásicas sus letras y poesías.
Eladia Blázquez fue recorriendo a través de su vida de artista diversos caminos, según fueran las circunstancias, buscando un lugar para su empuje creador. De muy niña triunfó cantando el repertorio popular español, determinada por el origen de sus padres. Los inmigrantes españoles formaban un público enorme, y Buenos Aires pasaba a ser la mayor ciudad gallega del mundo, con más habitantes nacidos en Galicia que La Coruña, capital de esa región hispana.

El folklore argentino, luego el bolero, más tarde el tango y por fin la balada fueron sucediéndose en su labor. Surge en 1970 su primer disco LP dedicado al tango, donde canta sus propias obras. En los dos años previos había perdido sucesivamente a su madre y a su padre. En esa placa histórica incluye el excelente "Sueño de barrilete", que en realidad había compuesto en 1959 y dado a conocer recién en 1968. Con un magistral engarce entre la melodía y los versos, presenta a un personaje frustrado, que no alcanzó la altura de su ideal. En ese mismo álbum figuran otros de los mejores tangos que jamás compondría Eladia, como "Contáme una historia" y "Sin piel", además de "Mi ciudad y mi gente", que ganó el Festival de la Canción de Buenos Aires de 1970. Después de "El precio de vencer", uno de sus temas más cuestionadores, que grabó en 1973, año en que en la Argentina predominaban las ideas políticas radicalizadas, sobresale nítidamente como su tango más popular "El corazón al sur", que registró en 1976. Blázquez había nacido en Avellaneda, ciudad lindante con Buenos Aires por el sur de ésta. Ese punto cardinal equivale para los porteños a pobre y popular. De hecho, el éxito le permitió a esta artista habitar en el Barrio Norte, en uno de los sitios más caros de Buenos Aires, pero con ese tango vino a decir que su corazón había permanecido del otro lado.
Finalmente, uno de sus últimos éxitos, compuesto para el cantor Guillermo Fernández, cuando este se encontraba lejos de su Buenos Aires, conjuntamente con la música del maestro Astor Piazzolla, es “Siempre se vuelve a Buenos Aires”, una semblanza de aquellos que se fueron y que quieren volver. Guillermo grabó este tema en uno de sus más destacados CD’s que lleva su propio nombre y se editara en el 2001. Fue declarada "Ciudadana Ilustre de Buenos Aires", y recibió otros numerosos galardones como el Premio Fondo Nacional de las Artes (1997) y el segundo Premio Nacional de Música (1999). Eladia Blazquez fallece a los 74 años el 31 de agosto de 2005, víctima de la enfermedad de cáncer que la tuvo internada por un largo período, dejando un legado para la mujer, para el tango y para el mundo sin ninguna duda muy difícil de igualar.

22 de fevereiro de 2009

ROSANNA FALASCA

Rosanna Inés Falasca nacía el 27 de abril de 1953 en el pueblo de Humboldt.

Su historia artística no difiere de la mayoría de las cancionistas del tango. En ella la excepción fue su apresurado final en pleno auge, sólo comparable al de Susy Leiva, en un accidente automovilístico.

La música y el canto estaban en su casa, el padre Ado Falasca era sastre y cantor melódico, actuaba en dúos y luego tuvo su propio conjunto. Cuando "Chany" - como llamaban a Rosanna - cumplió los diez años, el papá advierte que canta muy bien, que no tiene voz de niña chillona, que lo hace con una natural impostación.

Muy pronto la incorpora a su grupo musical y a las giras de los fines de semana por pueblos vecinos. Más tarde también, actúan en radio y en canales de televisión de las provincias de Córdoba y Santa Fe. Todo avanza rápidamente. Temas populares, algunos en italiano, conforman su repertorio. Y fue actuando en la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe, que la escucha un productor y los invita a Buenos Aires.
Pasan tres meses y llegan en marzo de 1969 a la Capital. Casi de inmediato es invitada a presentarse en un café concert en el barrio de San Telmo. En el mes de agosto, su padre la inscribe en un concurso para nuevas voces organizado por el popular programa de Canal 9, "Grandes valores del tango", por entonces conducido por Juan Carlos Thorry.

Su figura esbelta, alta, pelo rubio y lacio, de ojos claros, con una carita agradable, despierta la atención. Sólo conoce un par de tangos, uno es "Madreselva" que lo interpreta en la primera ronda de tres participantes. La eligen ganadora, pero la selección recién empieza. Sin embargo su presencia impactó al público y a los directivos. Hablan con su padre y le proponen sacarla del concurso para presentarla como una de las figuras del programa, con un contrato por cuatro años. A partir de ese instante todo fue vertiginoso. Al año siguiente graba su primer disco larga duración, tiene apenas diecisiete años. Comienzan las giras, primero por Uruguay, luego por casi todos los países de Centroamérica. El cine también aprovecha de su éxito, no con las características del treinta y el cuarenta cuando el tango era lo central y todo giraba alrededor de alguna letra, su presencia es requerida para compartir elencos con rostros de la televisión, con músicos melódicos y con otros que hacían rock, teniendo el rol de hacer algún tema con sabor a tango.
Si bien no nació como cantora de tangos - llego a él por casualidad - el tiempo la definiría como tal.
Actuó en tres películas más, de esas rápidamente olvidables, pero un par de ellas con buena repercusión de público en los países que había visitado en sus giras.
También dejaron un buen resultado económico. Fueron: "Arriba juventud", en la que hacía pareja con un tal "Palolo", adolescente galán olvidado inmediatamente; "Siempre fuimos compañeros" (1972), dirigida por el actor Fernando Siro, con el cantor pop Donald, que se hizo en la ciudad balnearia de Mar del Plata (400 km al sur de Buenos Aires) y finalmente, en 1976, "Te necesito tanto amor", dirigida por Julio Saraceni y haciendo rubro con el cantante melódico Elio Roca.

Su carrera marchaba muy bien, asistía a todo festival que se hacía en la provincia de Buenos Aires y cosechaba público.
Más adelante forma parte de una "movida" que se llamó "Cruzada joven del Tango" junto a María Graña, Rubén Juárez, Reynaldo Martín y otros. Se trató de un intento fallido de reinsertar el tango en los jóvenes. Sus dotes para la canción ciudadana no presagiaban una revolución, un movimiento de multitudes, pero su tono grave y cálido, su atrayente figura física y su personalidad superaban cualquier desliz. Además, estaba en un período de formación. En 1971 graba para el sello Diapasón acompañada por la orquesta de Luis Stazo, entre los temas se destacan los tangos: "Amor de verano" y "Bajo mi piel", ambos de Stazo, el primero con letra de Federico Silva; el vals "Dos corazones" de Francisco Canaro con letra de Ivo Pelay, el éxito del momento "Balada para un loco" de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer y el clásico "Sin lágrimas" de Charlo y José María Contursi. El mismo año pero con la orquesta de Lito Escarso y para el mismo sello registra "Rondando tu esquina", "Más sólo que nunca" y "Madreselva", entre otros. En el año 1975 es contratada por la empresa EMI-Odeón, junto con la orquesta de Raúl Garello, donde hace varios tangos clásicos, entre estos: "El último organito", "Pero yo sé", "La última curda" y "Nostalgias".

Por último en 1982, con la empresa discográfica Polydor graba sus dos últimos larga duración con el acompañamiento de Orlando Trípodi dirigiendo su orquesta y su cuarteto, entre otros registros están, "Sur", "El pañuelito", "Bien criolla y bien porteña" y "La cumparsita". Y fue en ese mismo año que comenzó a correr el rumor de sus problemas de salud. En el mes de noviembre la operan de una grave enfermedad. Enterada de las noticias publicadas dijo en un reportaje: «¡No tengo cáncer!». Lamentablemente el mal avanzaba con rapidez. Su última presentación fue en la tradicional "Botica del ángel", de Bergara Leumann. Alguien le ofreció una quinta en Don Torcuato -a treinta kilómetros de la Capital - para que se repusiera. Fue inútil, allí falleció el 18 de febrero de 1983. Sus restos descansan en su querido pueblo de Humboldt y allí está su mausoleo y una calle con su nombre.

Rosanna Falasca, una voz y una figura que muy difícilmente se borrará del recuerdo de los tangueros de alma.

18 de fevereiro de 2009

Angel Villoldo

Músico y poeta, nació el 16 de febrero de 1861.
Nombre completo: Ángel Gregorio Villoldo Arroyo Seudónimos: A. Gregorio, Fray Pimiento, Gregorio Giménez, Angel Arroyo y Mario Reguero.

Ostenta el título de “Padre del tango”, un poco exagerado porque fueron muchas las circunstancias que originaron esta música rioplatentense. Pero su gravitación fue tan importante en sus inicios y desarrollo que lo hizo merecedor de ese apelativo. Es el gran transformador de los tanguillos españoles, los cuplés, las habaneras, convirtiendo esas músicas en un son del Río de la Plata. Artista por naturaleza, no esquivó ninguna actividad que le permitiera ganar dinero para vivir.
Se comenta que fue tipógrafo, payaso de circo y cualquier otro menester donde le requiriera el arte en alguna de sus expresiones. También fue cuarteador en los barrios alejados del centro de la ciudad, personaje de a caballo que esperaba al pie de las barrancas la llegada de un carro grande o de un tranvía para ayudarlo a subir la cuesta o salir del barro. Esto significaba enganchar el vehículo con una soga amarrada a su caballo y colaborar en el esfuerzo.
De pluma fácil escribió versos para comparsas carnavalescas y numerosos poemas y prosas para famosas revistas de la época: "Caras y caretas", "Fray Mocho" y "P. B. T.". En toda su obra está presente la picardía, y sus diálogos estaban pensados en boca del hombre común y siempre referidos a situaciones reales del inquilinato, del barrio y muchas veces a cuestiones amorosas que retrataban la forma de hablar y comportarse del estrato social bajo de nuestra sociedad.
Su chispa, su fácil verba, le sirvió para entreverarse con payadores y para brindar actuaciones poco académicas y algunas veces decididamente procaces. Siempre acompañado de su guitarra, con armónica adosada, supo contar historias cantando, que enfervorizaban a la concurrencia de los cafetines y tugurios. Para ganarse la vida hizo grabaciones particulares, recitando versos de gusto bastante inadecuado para su personalidad. En 1889 publicó una recopilación de cantos criollos, versos que le pertenecían y que eran para cantar con guitarra.
En 1916 publica otras canciones de hondo contenido patrio titulada “Cantos populares argentinos” en conmemoración al centenario de la declaración de la Independencia del vecino país. Fue autor de un método moderno para aprender guitarra por cifra, denominado “Método América”, por ser editado por la antigua Casa América en 1917. Junto con Alfredo Gobbi y su esposa, la chilena Flora Rodríguez – padres del director y violinista Alfredo Gobbi - marchó a Francia para realizar registros fonográficos contratados por Gath & Chaves, una de las grandes tiendas argentinas de la época. Esto provocó un gran impulso a nuestra música en Europa y muchos de esos discos también se distribuyeron en Buenos Aires. Pero su sitio de preeminencia lo ocupa como compositor.

Sirva como ejemplo de su obra los tangos "El Porteñito", "El esquinazo", "La budinera", "Soy tremendo", "Cantar eterno", este último grabado en 1917 por el dúo Gardel-Razzano. Todos estos temas tuvieron una gran aceptación en las orquestas locales que los incluyeron en su repertorio.
Pero el más importante fue sin duda "El choclo", por su melodía y su cadencia, que seguramente sería el tango emblemático de no haber existido el himno cultural y popular por decreto del Uruguay: "La Cumparsita". A tal punto que una anécdota lo corrobora con exactitud. Durante la primera guerra mundial, el periodista argentino Tito Livio Foppa se encontraba en el frente alemán y en un ágape oficial un músico tocó el piano para agasajarlo e intentó ejecutar el himno nacional argentino, pero en realidad tocó "El choclo".
Otro tango fundamental es "La morocha", de letra sencilla y hecha de apuro para su compositor, el uruguayo Enrique Saborido, que en 1906 tuvo la fortuna de embarcar sus partituras en la Fragata Sarmiento, buque de instrucción de los cadetes de la armada, y es considerado el primer tango que se difundió en Europa. Este singular músico y poeta nos dejó una obra muy extensa entre las cuales se destacan "El torito", "Cuidado con los cincuenta", "Una fija", "Yunta brava", "El cachorrito", "Pineral", "El pimpollo", "Trigo limpio", "La bicicleta", etcétera. Otra de sus obras, la milonga "Matufias”, (también llamada “El arte de vivir”, es un aporte al conocimiento de nuestra historia a partir de una descripción costumbrista impecable, que sintetiza el valor artístico de este singular creador. Ángel Gregorio Villoldo falleció un 14 de octubre de 1919.

El Choclo

Generalmente, se recuerda a José Luis Roncallo por el hecho de haber estrenado el tango de Ángel Villoldo "El choclo". Roncallo dirigía una orquesta de repertorio "ligero" - temas de zarzuelas, valses populares, música criolla - en un elegante restaurante llamado "El Americano", situado en la calle Cangallo (hoy Presidente Juan Perón) frente a la cortada Carabelas. Según cuentan, y todos repiten, en una ocasión, lo visitó su amigo Ángel Villoldo, para proponerle que estrenara allí su nuevo tango. Este relato lo hace Francisco García Jiménez en su libro "Así nacieron los tangos", cuya primera edición data de 1965.
Debido a esa especie de censura que sufre el tango en esa época, se acusa a García Jiménez como el autor de esta y otras versiones no se sabe que tanto fidedignas de que el estreno de “El Choclo” fue muy resisitido, y que finalmente se presentó como música folklórica y no como tango. Para refutarlo, entre otras consideraciones, cita los anuncios de la Editorial Breyer que se publicaban en el diario La Nación, o los avisos del 18 de mayo de 1905, anunciando la edición del tango "El purrete", de Roncallo, y del día 29 del mismo mes y año, de otro tango del mismo autor: "El porteño". Con esto demuestran que el tango era conocido entre "la crema", el público, que según García Jiménez concurría al restaurante, que sin dudas leía La Nación. Y se rebelan contra el mencionado diálogo, porque luego fue tomado como verdad histórica por los hermanos Héctor y Luis Bates en su libro "La historia del tango". Otra controversia se origina en la fecha de ese supuesto estreno. Algunos autores ubican el hecho en 1903 y otros en 1905.
Si tomamos en cuenta un programa de El Americano, fechado el 7 de febrero de 1903, que reseña la lista de temas que serían ejecutados por el sexteto de Roncallo, figuran dos "Danza criolla", una de Roncallo y la otra de Villoldo. Esta última podría ser "El choclo". Si a esto sumamos la investigación de Juan Silbido sobre la vida de Roncallo, en ella nos revela que el compositor se mudó a la ciudad de Rosario en 1904, por lo tanto, si él fue el protagonista del estreno, evidentemente ocurrió en 1903.
Ciertos autores de la época descartan la historia de García Jiménez, no aceptan la teoría de que el tango fue disimulado como "Danza criolla", para no ser reprobado por el dueño o los comensales del restaurante. Todo lo que era música nativa, incluido el tango, en esa época se la generalizaba como danza o música criolla. Los referidos autores creen que detrás de esta historia lo que realmente se pretende fundamentar es la leyenda del tango prohibido, del tango no aceptado por la sociedad rioplatense.

11 de fevereiro de 2009

ROMEO GAVIOLI

Nació en Montevideo, en el barrio La Comercial, el 5 de febrero de 1913.

Cantor, violinista, compositor y director, es el arquetipo del estilo de los años cuarenta, su voz refleja un sentimiento introspectivo que parte de un delicado fraseo y una exquisita musicalidad, cualidades que delatan al músico que lleva adentro. Su forma de interpretación nos transporta a un clima amable, tibio, que nos recuerda a aquellos tenorinos que le precedieron.

Sus hermanos, también fueron músicos. Rolando, dos años menor, fue bandoneonísta de muchas orquestas, entre ellas la de Pedro Laurenz. Lydia fue pianista, tuvo sus propias formaciones y participó en "Los Bemoles", el primer conjunto de Romeo, donde también estuvo Rolando. En 1929, tuvo un breve paso por la orquesta de Juan Baüer "Firpito", como violinista y cantor. Luego, se fue a la agrupación de Héctor Gentile, integrada por Lalo Etchegoncelhay (piano), Héctor Gentile e Isidro Pellejero (bandoneones), Emilio Pellejero y Romeo Gavioli (violines) y Pedro Terrón (contrabajo).

Es importante también, su trayectoria como director de una orquesta afiatada y rítmica, donde las cuerdas se abrazan con los bandoneones, de un modo sencillo y sólido, con un piano bien cadenero, todo lo cual nos remite, a veces, el estilo de Ángel D'Agostino y, en otros momentos, el de Alfredo De Angelis. En síntesis, una conjunción ideal para los bailarines y para los amantes del mejor tango.

No es menor tampoco, su labor como compositor donde sobresalen los tangos: "Mi Montevideo", con versos propios; "Payaso triste" y "Noche campera", en colaboración con Carmelo Imperio y letras de Juan Carlos Patrón; "María del Carmen" y "Yo nací cantando un tango", ambos con José Rótulo; "Pelota de trapo", con Imperio y versos de Enrique Soriano; "Montevideo querido", también con Carmelo Imperio y letra de Miguel Manzi; "Melodía gitana", con Juan Carlos Patrón. Recordemos sus milongas, muchas de ellas con sabor candombero: "El pescado", "La fogata de San Pedro", "Estampa del ochocientos"; "Baile de los morenos", todos con Imperio y versos de Gerónimo Yorio; sus valses: "Dime que vendrás", con Rótulo; "Jardín de Francia", con Antonio Casciani; "Tal vez si tal vez no", con Imperio, y muchos otros temas más.
En su libro "Ochenta notas de tango", Horacio Loriente cuenta su participación en la denominada "Típica de la Guardia Vieja" que, entre junio y julio de 1932, interviene en un concurso de tangos uruguayos, en el cine "Electric Palace", integrada, entre otros, por los hermanos Gavioli, Isidro Pellejero y Lalo Etchegoncelhay. En 1933 comparte con Lalo Etchegoncelhay la dirección de una orquesta en la que también cantaba Panchito Pons, lejos aún de su pase al canto lírico. Viajan a Buenos Aires trabajando en las emisoras Prieto y Cultura.

En setiembre de 1934, se presentan en Buenos Aires con la nueva orquesta de Héctor Gentile, en el cine teatro "París" dentro de la obra "Ya tiene comisario el pueblo". En ella, según las referencias personales de Gentile, Romeo Gavioli era la sensación de Buenos Aires en la imitación de grandes artistas, constituyéndose en la atracción principal del conjunto, a punto tal, que el mismo se disolvió al retornar Gavioli a Montevideo por motivos familiares.

Con los hermanos Etchegoncelhay, Lalo y Freddy, formó el trío "Los Carves" y, después, se sumó el violinista Emilio Pellejero para crear el conjunto "Los Dandys", que en 1935, actuó en las radios Rivadavia, Belgrano y Prieto.

Cuatro años más tarde, fue convocado por Edgardo Donato para cantar en su orquesta, junto a los vocalistas, el matrimonio Lita Morales y Horacio Lagos. Allí achica su apellido por Gavio. La mayoría de los temas que graba, 15 en total, son a dúo o en trío con los otros cantores. Como solista grabó sólo tres piezas: "La melodía de tu corazón", "Tu confidencia" y el vals "Mendocina".

Por esas cosas de la vida, en 1942, la estabilidad de Gavioli en la orquesta comenzó a complicarse, a raíz de un "afaire" amoroso con la cancionista. Entonces Donato decidió terminar con los tres. Inmediatamente después, sobreviene un conflicto gremial y los músicos se van para formar otro conjunto, bajo la dirección del hermano del director, el pianista Osvaldo Donato.

Nuestro cantor regresó a Montevideo y en mayo de 1943 formó su orquesta, inaugurando su época más fecunda. La misma estaba conformada por: José Mateo, Antonio y Juan Blanco (bandoneones); Romeo, Antonio Lacans y David Duzzman (violines), José Kaplán (piano) y Rubén Tobía (contrabajo). Por supuesto, con la voz del propio director.

Fue uno de los precursores de incorporar el candombe en el repertorio de una orquesta típica y, también, un importante compositor de ese género, junto a su amigo Carmelo Imperio.
En 1945, en el Teatro Artigas, participó con su formación, en la representación de la obra de Alberto Vaccarezza, "El conventillo de La Paloma", con un gran suceso. También, actuó y colaboró en la puesta de escena de "El nombre más lindo del mundo", comedia musical de Wimpi, donde también participaron, Carmen del Moral, "El Chato Flores" y el popular, Carlitos Roldán.
Incursionó en el cine con el film "Uruguayos campeones" de Novel Valentín, donde debutó el querido Juan Carlos Mareco, "Pinocho".

A los 44 años, y preso de una fuerte depresión, decide quitarse la vida el 17 de abril de 1957 en su ciudad natal.

ROBERTO FONTAINA

Poeta y autor teatral, nació el 3 de enero de 1900, en Montevideo.

En la época de oro de la canción popular contribuyó a levantar su edificio con resonantes éxitos: "Mama yo quiero un novio", "Garufa", "Niño bien" conjuntamente con J. Collazo y Víctor Soliño, "Andate", y "T. B. C.". Fue gestor y director de la "troupe" «Ateniense», agrupación de estudiantes que como ya sabemos, realizaron durante diez años, desde 1923, recordadas temporadas en Montevideo, Buenos Aires, junto a Víctor Soliño, César Gallardo y otros, originalmente llamada “Troupe Jurídico Estudiantil Ateniense”, que, como dice Horacio Ferrer, «llegó a constituirse, con toda originalidad, en uno de los números de mayor suceso, tanto en el Uruguay como en la Argentina». Luego escribió para la revista escénica en una y otra banda del Río de la Plata, y produjo gran número de letras de tango, casi siempre impregnadas de un fuerte humor, a veces ácido, que fueron bien recibidas y alcanzaron gran difusión. Por su iniciativa se sancionó en el Uruguay la ley de la propiedad literaria, siendo el primer presidente de la Asociación General de Autores del Uruguay (A.G.A.D.U.).
Entre sus obras más renombradas están: “Mama yo quiero un novio”, de la que pueden recobrarse dos versiones atesoradas por los coleccionistas, la de Alberto Vila, del 2 de septiembre de 1928 y la de Roberto Díaz, del 17 de diciembre del mismo año; “Mi papito”, en colaboración con Soliño y música de David Estévez Martín, una curiosa composición traviesamente subtitulada “tango íntimo para piano”, cantada por Olinda Bozán y llevada a la fonografía por Alberto Vila, el 17 de febrero de 1928; “Andate (No te vayas)”, en colaboración con Rodolfo Sciammarella, -quien también compuso la música-, que entre otros intérpretes grabó Libertad Lamarque, el 16 de mayo de 1933. Otras letras destacables son la de los tangos: “Bigotito” y “Qué careta”, en colaboración con Celedonio Flores y “T.B.C.”, con Víctor Soliño. Trató a Carlos Gardel, que no grabó ninguna de sus obras, pero sin embargo cantó algunos de sus tangos, muy especialmente "Niño bien", "Figurita" y "Andáte".
Para el Suplemento Familiar del diario "El Día" del 26 de junio de 1958, dijo lo que sigue: "Estuve conviviendo con Gardel en los tres ambientes en que vivió y triunfó: Buenos Aires, Montevideo y París. Buenos Aires era el lugar de trabajo formal. París fue el campo de la aventura y la gloria. Y Montevideo era realmente para él un rincón de esparcimiento y veraneo. Venía a charlar con sus amigos, a tomar mate interminablemente, a las tertulias inestimables del café "Tupí" y a compartir
la vida de los "ranchos”.
Fontaina era muy afecto a la existencia despreocupada y alegre de -los inolvidables "ranchos" que estaban en la costa o en el Prado. Allí se mezclaba en fabulosas "cantarolas" con mandolinos, acordeones y guitarras que en más de una oportunidad comenzaban al atardecer y terminaban cuando el viento de la aurora batía los médanos de Malvín o el Buceo.
Era infinitamente modesto. Su actuación en público le significaba un verdadero esfuerzo. Entre sus amigos era exuberante, pero ante extraños y gente distinguida era tímido. Sus afectos eran callados. Por esa reticencia es que se sabe tan poco de sus idilios. Lo cierto es que jamás se mareó y siempre supo ubicarse en todas las situaciones con serenidad y lealtad.
Dice en una oportunidad: “en este sentido recuerdo perfectamente una oportunidad en que, sentados a una mesa del "Tupí", estábamos Gardel, Blixen Ramírez, Aubriot Barboza, Razzano y yo. Eran días en los que Gardel estaba declinando inexplicablemente. Y, entre tanto, un nuevo cantor, Alberto Vila, surgía con empuje sorprendente. Como era público y notorio, Vila había empezado con nosotros los de la "Ateniense". Y por eso fue que Razzano, queriendo seguramente recobrar la amistad de Gardel con quien estaba un tanto distanciado, me dijo con tono agresivo: "¡Qué querés con tu pollo Vila! ¡Vos creés que es un éxito y es un fracaso!". Yo negué que fuera mi "pollo". Simplemente era un amigo tanto como lo era Gardel y, además, dije que no era un fracaso. Entonces Razzano, amoscado, me replicó diciendo que yo "no era un amigo". Y cuando parecía que todo iba a terminar en discusión enojosa, se levantó Gardel y le dijo a Razzano: "Calláte Pepe. Estás macaneando. Es cierto que Vila es un éxito. ¿Por qué negarlo?. Roberto no deja de ser amigo mío porque lo sea también de Vila. Por otra parte me alegro del éxito de ese muchacho"»

Fundó y dirigió la empresa S.A.D.R.E.P. que opera hasta el día de hoy, con "Radio Carve" y "Radio Nuevo Tiempo" que originalmente fue “La Voz del Aire”, micrófonos de los cuales nos estamos comunicando con ustedes. En 1933 "Radio Carve" necesitaba una inyección de popularidad. A su pedido, acudió a Carlos Gardel, su gran amigo, pidiéndole que cantara para la radio. Gardel lo hizo casi gratuitamente. Fue la única vez que actuó en una radio uruguaya". Roberto Fontaina murió un 15 de febrero de 1963, aquí en Montevideo.

JULIO SOSA


2 DE FEBRERO DE 1926 – 26 DE NOVIEMBRE DE 1964


Julio Sosa vino al mundo en Las Piedras, en la verde floresta que besa a la ciudad pequeña, el 2 de febrero de 1926. En esa casa no sobraba nada, pero había abundancia de amor y de respeto; una familia de gente trabajadora, sufrida, noble y leal, trabajando la tierra desde la mañana a la noche.


SU NIÑEZ

Creció en un clima sano; ropas humildes, en un hogar sin ningún lujo, pero con la leche recién ordeñada - a veces por él mismo -, que lo hizo crecer superando a otros chicos en fortaleza, corpulencia, alegría e inteligencia. En el colegio era el elegido por las maestras, despierto y vivaz, tanto al presentar sus lecciones como cuando leía algún poema de Fernán Silva Valdez.

En su modesta mesita de luz de la casa paterna se juntaban los versos y las prosas de Justino Zavala Muñiz, del ya citado Silva Valdez, de Juana de Ibarbourou, y de Yamandú Rodríguez, entre otros.

Julio crecía e iba transformándose en un adolescente de recia estampa. Las amigas con las que se encontraba en el "Club Olimpia" no ocultaban su atracción por él, sintiéndose orgullosas de bailar entre sus brazos. Ya empezaban a conocerse sus cualidades de cantor.


NACE EL CANTOR

Nació cantor de forma y estilo desde chiquilín. A los doce años ganó un concurso en el recreo "Luces de Canción Chico", en las afueras de Montevideo, con el tango de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera "Cuesta abajo" y con el vals de Santos Lípesker y Homero Manzi "Gota de lluvia". Cobró un premio de diez pesos oro; con parte de él mitigó la mishiadura de algunos amigos suyos, y el resto lo entregó a su madre.

Pese a su corta edad ya tenía decidido su futuro: Lo atraía el tango, y con ese fuego sagrado de los grandes de verdad, vertió esas resonancias que bullían en su interior y cantó tangos no sólo en la capital uruguaya sino en ciudades y pueblos vecinos.

De joven se integró entonces a un conjunto formado por Carlos Gilardoni, pero Las Piedras era demasiado pequeña para sostenerlos; con alguna actuación semanal tan solo podían juntar unos pesos. En Montevideo no les fue mejor, y después de muchas noches solían amanecer en el viejo café "Tupinambá" ante un café con leche y una ensaimada, y a veces algún sándwich que el mozo les acercaba, cargándolo en su cuenta personal.


SUS PRIMERAS ACTUACIONES

Bordeaba los veinte años cuando se le presentó una pequeña oportunidad: un certamen para aficionados que se organizó en el café "El Ateneo" de Montevideo. Con los bolsillos flacos y su única camisa, que había lavado la noche anterior, cuando lo llamaron a participar subió al escenario con todo el desparpajo y el aplomo. Julio cantó "Tarde gris" con el conjunto de Hugo Di Carlo, que eran quienes acompañaban a los competidores. Cuando concluyó su interpretación, Di Carlo lo invitó a incorporarse como vocalista de su orquesta.

Por algunos problemas que había tenido con Gilardoni, y por su condición de menor de edad, mientras integró el conjunto de Di Carlo utilizó el seudónimo de Alberto Ríos. Actuaban en radio y en clubes nocturnos, y su nombre comenzó a sonar en la constelación del tango.

Desvinculado de Di Carlo, pasó a la orquesta del argentino Edelmiro Toto D´Amario, actuando con él en dos temporadas en Punta del Este.


CRUZAR A BUENOS AIRES

El ámbito de acción era cada vez más chico para la dimensión del cantor. Alguien le sugirió cruzar al otro lado del Plata, pero Julio advirtió con desesperación que por más economía que hiciera en sus gastos no llegaba a juntar para el traslado. Varios amigos que confiaban en él no vacilaron en aportar el importe necesario para el viaje y para pasar unos días en Buenos Aires. Con lo obtenido tenía para un pasaje de tercera clase en el "Ciudad de Montevideo.

"Esos amigos queridos a quienes no olvidaré nunca, organizaron una cena de despedida en mi honor en el evocador boliche de la vieja plaza" evocaba Julio tiempo después. El bar "Los Andes" de Jorge Newbery y Córdoba lo contrató por veinte pesos por noche, juntamente con las violas de Fontana y Cortese. El ambiente del viejo café comenzó a alborotarse cuando corrió la voz que cantaba un "oriental" y lo hacía como los dioses. En poco tiempo no alcanzaba el lugar para escucharlo, y debían pedirse las mesas con anticipación.


SU DEBUT

Ensayando a diario y en secreto, su debut se anunció para un primero de abril, en el local "Picadilly" de Paraná y Corrientes.

Gran parte de las mesas estaban ocupadas por los seguidores que Sosa ya había ganado. El sentimiento de responsabilidad de Julio ante tamaño compromiso casi hace posponer el debut, ya que se encontraba, vacilante, en un café cercano, y tuvo que ser llevado en vilo por su "barra" al camarín.

Al fin se decidió y salió, iluminado por el foco del reflector. Le temblaban las manos y un sudor frío comenzó a recorrerlo. El tibio aplauso de los muchachos de la barra no llegó a contagiar al resto de la sala, que había ido a escuchar a la orquesta y no al ignoto cantor.

Luego de los primeros compases, Julio comenzó a cantar. Había ganado la batalla. La voz fluía de su privilegiada garganta con fuerza arrolladora. Al finalizar "Tengo miedo", el ambiente se atronó de aplausos. La barra suspiro aliviada. Luego vino "Lloró como una mujer", y se renovaron los aplausos más fragorosos. La noche se hizo mañana en el prolongado festejo con sus flamantes admiradores.


SU ASCENSO

Corría el año 1953. Un excelente director, Francisco Rotundo, se había quedado con un solo cantor, Floreal Ruiz. Se había ido Enrique Campos y necesitaba un vocalista de nivel para reemplazarlo. Lo convocó a Sosa y le hizo una oferta como para que no pudiera negarse a aceptar: $ 5.000.

Cuando Julio lo comentó con Francini y con Pontier, éstos le dieron un fuerte abrazo, y entre lágrimas le desearon buena suerte.


SU AFECCION Y SU RECUPERACION

Pero llegó un cono de sombra para Julio: le aparecieron pólipos en su garganta. El deterioro era progresivo, y algunos diagnósticos auguraban el alejamiento de la canción. La caída de su voz era notable. La esposa de Francisco Rotundo, Juanita Larrauri, cantante de tangos y dirigente política, lo recomendó al brillante otorrinolaringólogo León Elkin. Llegó la operación y con ella retornó la paz. Julio resurgió, con una coloratura vocal nueva y madura.

En 1957 Armando Pontier se había separado de Enrique Mario Francini, y le pidió a Julio Sosa que completara el trío de vocalistas, conjuntamente con Roberto Florio y Oscar Ferrari.

Poco tiempo después, al notar la preeminencia de Julio Sosa en los principales temas que se hacían, Roberto Florio se sintió desplazado y se alejó de la orquesta.

Viendo la convocatoria de Julio Sosa, Armando Pontier formó con él una sociedad que a partir de su constitución comienza recorrer un sendero de éxitos repetidos, en los que participaba también Oscar Ferrari.


EL ESPLENDOR

Durante cinco años Julio había sido el cantor de la orquesta de Armando Pontier. Ahora había decidido largarse solo a la gran parada de ser cantor solista, y su representante en Buenos Aires comenzó a recibir pedidos para animar los bailes del año 1960. El binomio con Leopoldo Federico aún no se había integrado, pero Federico ya tenía doce orquestaciones que coincidían con el repertorio de Julio Sosa. La combinación resultaba perfecta: Bastaba ensayar dos o tres veces un tema para que el número estuviera listo. Grabaciones, radio, giras; aquel verano de 1960 signó el comienzo de su consagración total.

La voz de Julio Sosa hacía detener a los bailarines; se estaba convirtiendo en el cantor del pueblo. Hacía falta un slogan para él, una definición que fuera a la vez vendedora e identificatoria del nuevo solista que arremetía con fuerza propia en las filas de tango. La tarea fue encargada al jefe de prensa de la grabadora, el periodista Ricardo Gaspari. Y en pocos minutos nació "El Varón del Tango". Así se llamó el primer larga duración, y de allí en adelante el mote se hizo carne en el fervoroso público que seguía sus presentaciones y aumentaba día a día.


DOS HORAS ANTES DEL ALBA

Julio Sosa publicó el 18 de febrero de 1964 su único libro de poemas: “Dos horas antes del alba”, que prácticamente sin publicidad fue un éxito de librería. Dejó impresos en aquellos versos una faceta de su alma inquieta y soñadora. Mostraba en sus pormenores casi grotescos, realidades que lo asqueaban, y también describía con maestría personajes de un acontecer angustiado y problemático. Puede extraerse de su lectura la amarga visión de Julio Sosa con respecto del mundo que lo rodeaba. Su destinatario fue él mismo: Julio, sin exageración fue siempre un hombre en busca de sí mismo.


SUS GRABACIONES

Con Luis Caruso y su cuarteto dejó para el sello uruguayo "Sondor" cinco grabaciones. Luego, con el binomio Francini-Pontier realizó para el sello "RCA Víctor" 15 registros. Con Francisco Rotundo, en el sello "Odeón", llegó a 12 temas.

Con Armando Pontier dejó 34 grabaciones distribuidas en 9 para RCA Víctor y 25 para CBS Columbia. En el mismo sello realizó 62 registros con la orquesta dirigida por Leopoldo Federico y completó 12 temas con las guitarras de Héctor Arbelo.

Melodioso y con buen oído para reproducir variaciones con el silbido, Julio Sosa dejó grabaciones como "Silbando", con Armando Pontier, "En la madrugada", con Leopoldo Federico y "Criollita de mis amores", con Héctor Arbelo y sus guitarras.

A pesar de serles requeridos con asiduidad en los bailes, Sosa se negaba a cantar "El rosal de cerros" y "Dios te salve, m'hijo". Argumentaba que tenían mucha letra y, debido a los bises que siempre le pedían, le hacían forzar demasiado la garganta.


SUS AUTORES PREFERIDOS

Julio Sosa nutrió su repertorio con nueve temas de Carlos Gardel; siete de Enrique Cadícamo, otros tantos de Celedonio Flores; seis de José María Contursi; cinco de Cátulo Castillo y Armando Pontier; cuatro de Federico Silva, Aníbal Troilo, Sebastián Piana, Enrique S. Discépolo, Homero Manzi y Mariano Mores y dos de Agustín Magaldi.


LA CUMPARSITA

"La actuación concluía. Julio había terminado de cantar y ya estaba con el sobretodo puesto, esperando que la orquesta de Leopoldo Federico terminara su última interpretación. Atacaron con "La cumparsita" y de pronto, como en un arranque de inspiración, Julio se quitó el sobretodo, subió al escenario y recitó "Por qué canto así" de Celedonio Flores. Fue el delirio. Los más sorprendidos, los músicos. Y nunca más pudo dejar de hacerlo en sus actuaciones... Así era él, intempestivo, pero bien inspirado...". cuenta el propio Leopoldo Federico.


HABLARON DE JULIO SOSA

"Muchas veces, por falta de tiempo, solía pasarme por teléfono los tangos y los tonos en que los hacía." (Leopoldo Federico).

"Vivía buscando la felicidad, pero cuando la encontraba no sabía conservarla. Creo que era un hombre desolado por dentro, a pesar de su imagen de hombre alegre." (Oscar Ferrari).

"Pocas veces he escuchado un cantor tan completo como Sosa...sin más adornos que los que impone cada tema. Irónico, sentimental, viril... En la primera fila de aquellos que han dedicado su existencia a la música de Buenos Aires."(Juan D´Arienzo)

"Amigo sincero y cordial, es uno de los pocos artistas que habrán de perdurar para siempre en el cariño del público" (Juan Carlos Thorry)

"Un cantor de garra, con fuerza y ternura; un valor que a cualquier músico le hubiese complacido acompañar." (José Basso)

"Pocas veces quise tanto a este país como cuando presencié la devoción popular que nació por Julio Sosa." (Antonio Prieto)

"Si el tango tuviera muchos cantores como Julio Sosa, la música de Buenos Aires se vería honrada como pocas. Gardel y Sosa son, para mí, los dos valores más grandes de nuestro tango" (Enrique Dumas)


SU SÉPTIMO DISCO INCONCLUSO

El 18 de noviembre de 1964, seis días antes del accidente, Julio ingresa a los estudios de CBS en la calle Paraguay para iniciar el trabajo que iba a constituir su séptimo disco long play como solista. Dejó terminados los temas "Siga el corso" y "Milonga del 900". Debido a su fallecimiento, la grabadora editó esos dos temas en un disco simple de 33 r.p.m. En el sobre en que salió a la venta se podía leer un sentido escrito de despedida de todos los integrantes de la orquesta de Leopoldo Federico, con la firma de cada uno de ellos.


UN FINAL ABRUPTO

Un fatal accidente automovilístico truncó su vida a sus jóvenes casi 39 años, y una carrera llena de logros con miras de un futuro de esplendor.

Comentarios que han trascendido los tiempos, ya sea porque alguna base cierta tienen, o ya sea por el simple hecho de mistificar al Varón del Tango, dicen que su vehículo fue saboteado en el sentido que fueron dañados los frenos adrede. Pero eso nunca lo sabremos. Hoy, gracias a la pericia y osadía de un grupo de uruguayos admiradores natos del cantor, sus restos descansan el un mausoleo dedicado a su persona en el cementerio de Las Piedras.